Marcell Jacobs, jugarse todo en menos de 10 segundos

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¿Cuánto hay de autodescubrimiento en el deporte? Mucho, quizá todo, si el deporte se convierte en tu profesión  

Ser deportista es un viaje que comienza casi por casualidad, cuando el deporte es solo un juego, las tardes que se pasan en el campo, la válvula de escape entre las tareas escolares y los padres que te llaman que te sientes a cenar. Se convierte en algo más, como ocurre con las mejores historias de amor, cuando, inexorablemente, empieza a echar raíces profundas y te das cuenta de que, además de la diversión, hay un mundo que construir.  

La profesión de deportista encierra una multitud de matices imposibles de analizar por completo: vive de retos y expectativas, de orgullo y frustración, de esfuerzo, sacrificio y límites que superar. Se pone el foco perpetuamente en el resultado, eclipsando, de manera inevitable, los meses, a veces años, dedicados a entrenar sin descanso para jugárselo todo en menos de 10 segundos. Como en el caso de Lamont Marcell Jacobs Jr, velocista italiano, campeón olímpico de 100 metros lisos y del relevo 4×100 metros en los Juegos de Tokio 2020, campeón del mundo de 60 metros lisos en pista cubierta en Belgrado 2022, campeón de Europa de 100 metros lisos en Múnich 2022 y medalla de plata en 4×100 en los últimos Mundiales de Budapest. 

«Triunfa quien comete menos errores, porque básicamente te la juegas en centésimas, muchas veces en milésimas». Marcell sabe de qué habla y, en el viaje hacia la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024, estará acompañado por Cetilar. 

El suyo, es el relato de alguien que sabe cuánto trabajo hay detrás de una prestación explosiva: «Los 100 metros parecen una carrera muy corta, pero en realidad hay muchísimos aspectos que trabajar. Cuatro fases que necesitan cuatro tipos diferentes de preparación: desde los tacos de salida, a la primera fase de aceleración, de la continuidad de la aceleración a la resistencia a la misma velocidad. El entrenamiento es la parte fundamental de la prestación pero nadie, nadie lo ve». 

El cronómetro mide solo lo que ven «los demás». La realidad es que el rendimiento no se logra (solo) durante la carrera, sino que se construye con mucha antelación, también desde el punto de vista de la preparación mental. Un atleta olímpico no puede llegar a ser el hombre más rápido del mundo descuidando la importancia de un entrenamiento que lo ayude a superar no solo los límites físicos, sino también cualquier posible barrera mental que pueda frenarle a la hora de alcanzar su máximo potencial.   

«Para mí, es un placer sentir que mi cuerpo se mueve, trabaja, lucha y aprende cosas nuevas. Es entonces cuando entra en juego la parte mental, que te permite intentar anticipar las sensaciones de la carrera y llegar al día fatídico sin improvisar». 

Vista de cerca, hay una innegable metódica en la profesión del deportista, la búsqueda de una dimensión hecha de rituales y hábitos, que contribuye a construir y mantener el nivel deseado de bienestar físico y mental. La nutrición desempeña, inevitablemente, un papel fundamental en cualquier logro deportivo. 

«Siento que cuando como bien, mi cuerpo se despierta automáticamente por la mañana más activo, puedo entrenar mejor. Cuando me descarrilo y como comida basura me cuesta despertarme, llego a la pista más cansado, tardo más en calentar. La alimentación lo cambia todo: la nutrición es tan fundamental como el entrenamiento físico y la preparación mental, porque tu cuerpo transforma los alimentos en energía, la misma energía que te permite rendir mejor, resistir la fatiga y también una mejor recuperación». 

Preparación, dedicación, método y, a menudo, compromiso: todo esto se resume en un puñado de segundos que separan al atleta de la meta.  La profesión del deportista se concentra en un sutil equilibrio en el que uno aprende de su propio cuerpo a construir las condiciones necesarias para vivir de forma constructiva el agonismo que arde en lo más profundo y que impulsa, ante todo, a competir con uno mismo. 

Una dimensión en la que, al menos aparentemente, es un solo hombre el que se enfrenta a la pista roja y que, cada vez, lleva sobre los hombros una alta dosis de tensión y de expectativas. Y si bien esto es cierto, conseguir poner un pie en la salida de los Juegos Olímpicos es en sí mismo el logro de un equipo en el que cada miembro se dedica a un único objetivo. 

«Durante las entrevistas siempre hablo en plural». Si un espectador puede engañarse pensando que 100 metros en 9.94 segundos es un logro individual, es que no ha tenido en cuenta al equipo. «Creo que nunca estoy realmente solo en la pista, sino que estoy con todo mi equipo». 

Marcell Jacobs se prepara actualmente para la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024. Cetilar® lo acompaña en este camino para ayudarle a mejorar su rendimiento: su apoyo también será valioso para proporcionar un importante feedback sobre los productos de las dos líneas de Cetilar®, Trauma y Nutrition, con el objetivo de continuar el trabajo de optimización y mejora de los productos dedicados al mundo del deporte. 

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