Desgarros musculares: causas, síntomas y remedios
¿Qué hacer en caso de desgarro muscular? ¿En qué medida afecta la actividad deportiva? ¿En qué consiste la terapia y cuál es el tiempo de recuperación? Descubrámoslo juntos.
Los desgarros musculares son lesiones musculares que provocan la rotura, más o menos grave, de las fibras que componen un músculo. Las zonas más propensas al desgarro muscular son varias: se habla de desgarro de espalda, de pantorrilla, pero también de hombro, pecho, muslo e ingle.
Índice:
- ¿Qué es un desgarro muscular?
- Deporte y desgarro muscular: incidencia y factores de riesgo
- Clasificación y síntomas de las lesiones musculares
- ¿Qué hacer en caso de desgarro muscular? diagnóstico y terapia
- Ejercicios de recuperación
- ¿Cómo prevenir los desgarros y las lesiones musculares?
Las lesiones musculares representan una afección frecuente y a veces no reconocida que, si se descuida, puede dar lugar a problemas funcionales graves; efectivamente, a menudo es subestimada por el propio paciente, que continúa su actividad sin solicitar un diagnóstico específico.
En el deporte, las lesiones musculares agudas, incluidos los desgarros musculares, son frecuentes en todas las disciplinas deportivas y su incidencia se calcula entre el 10% y el 30% de todas las lesiones deportivas.
Deporte y desgarro muscular: incidencia y factores de riesgo
El mayor cuidado del propio cuerpo y el aumento del número de participantes en todas las categorías deportivas han hecho que los desgarros musculares sean más frecuentes. En la mayoría de los casos, se ven afectados los músculos biarticulares o poliarticulares, que contienen grandes cantidades de fibras blancas, como los músculos de los muslos (por ejemplo, cuádriceps y bíceps femoral).
- Los deportes que requieren un trabajo muscular anaeróbico láctico (trabajo de entre 0,5 y 4 minutos), como los velocistas en atletismo, pueden inducir más fácilmente lesiones musculares, ya que la acumulación de ácido láctico puede crear cambios en la coordinación neuromotora.
- En los deportes de contacto entre adversarios, se observan lesiones causadas directamente por el impacto; éstas son frecuentes en los músculos especialmente susceptibles a los traumatismos: el cuádriceps y el tensor de la fascia lata del muslo, la pantorrilla, el deltoides en la extremidad superior (por ejemplo, en rugby, fútbol americano, hockey, boxeo, fútbol).
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- En los deportes individuales o sin contacto físico, prevalecen las lesiones causadas indirectamente por un tirón brusco más allá del movimiento normal del músculo. Son frecuentes en sujetos con poca flexibilidad muscular, que emprenden una actividad física sin la preparación o el calentamiento necesarios, y en atletas de velocidad debido a los cambios rápidos de dirección.
Estos son los 6 principales factores de predisposición:
- poca flexibilidad muscular;
- la falta de costumbre de realizar un determinado gesto;
- fatiga muscular excesiva;
- debilitamiento del músculo debido a una lesión anterior que no se ha rehabilitado completamente;
- la presencia de cicatrices de una lesión anterior;
- aumento de la tensión muscular creado por factores tanto fisiológicos como psicológicos debidos a la competición.
Clasificación y síntomas de las lesiones musculares
Las lesiones musculares pueden agruparse analizando las causas del traumatismo, el daño y los síntomas declarados por el paciente. Veamos pues la clasificación según la etiología, el estadio clínico y la semeiótica clínica y radiológica.
Clasificación según la causa y la gravedad (etiología)
Las lesiones musculares se distinguen según su causa. Las lesiones indirectas, que pueden definirse como desgarros musculares, se producen cuando el músculo se estira durante su contracción (fase excéntrica), creando una tensión superior a la máxima soportable, o cuando la contracción estira el músculo antagonista (opuesto) por encima de sus posibilidades, dañándolo. En este caso, en orden ascendente de gravedad, estamos hablando de contractura, tirón, desgarro de 1ᵉʳ grado, desgarro de 2º grado y desgarro de 3ᵉʳ grado.
Las lesiones directas (o contusiones) se producen por traumatismos directos (choques con el adversario o contra objetos). Cuanto más relajado esté el músculo durante el traumatismo y mayor sea la fuerza del impacto, peor será el daño. En este caso distinguimos 3 grados: grado leve, grado moderado y grado grave.
Clasificación según el daño causado (clínica)
Las lesiones musculares se distinguen según su estadio clínico: daño agudo (inflamación importante y sintomatología), daño crónico (en el que la zona de la lesión y la zona sintomática también pueden ser diferentes debido a la alteración de la biomecánica normal), exacerbación aguda de un daño crónico (la repetición de una fase inflamatoria sobre una lesión anterior) y alteración funcional subclínica (cuando un sujeto, incluso en ausencia de síntomas, pierde fuerza, velocidad y coordinación en los gestos deportivos).
Clasificación según los síntomas y el tiempo de recuperación
Se basa en la sintomatología y la anatomía patológica. Se distinguen, por orden ascendente de gravedad:
- Estadio 0: dolor que aparece después del entrenamiento, también llamado DOMS, que se recupera rápidamente;
- Estadio 1: dolor y contractura muscular, recuperable en pocos días;
- Estadio 2: lesión muscular importante con hematoma, curación en 8-10 días;
- Estadio 3: daño elevado, recuperación en 3-12 semanas;
- Estadio 4: rotura o desinserción muscular completa, la recuperación se evaluará en cada caso.
¿Qué hacer en caso de desgarro muscular? diagnóstico y terapia
El diagnóstico de un desgarro muscular por parte del médico especialista se basa en determinadas pruebas radiológicas y clínicas:
- Ecografía
- TC o Resonancia magnética
- Examen del trofismo muscular
- Evaluación manual de la fuerza
- Descripción del tipo de lesión
¿Qué hacer inmediatamente después de la lesión? En los primeros momentos tras el desgarro o lesión muscular, se pone en marcha un protocolo de protección y descarga, sobre todo si hablamos de lesiones importantes, que consiste en lo siguiente:
- Descarga: en las fases inmediatamente posteriores al traumatismo, la protección de la zona del cuerpo lesionada se lleva a cabo mediante muletas para que utilice el paciente.
- Compresión: vendaje para comprimir y descargar el músculo. Esto también sirve para mitigar el dolor y la contractura refleja, que pueden agravar el desgarro del tejido.
- Reposo: garantiza que la lesión no empeore en inflamación y tamaño.
- Crioterapia: el hielo desempeña un papel clave en la limitación de la inflamación. Debe colocarse lo antes posible y continuarse durante los 3-4 primeros días siguientes durante 20 minutos por aplicación, con al menos 6-7 aplicaciones al día.
- Elevación: al colocar la extremidad en posición elevada, se favorece la reabsorción de líquidos y productos de degeneración.
Las terapias físicas también pueden ser de gran ayuda para combatir la inflamación y acelerar la recuperación, por ejemplo la Tecarterapia y Láserterapia.
Una vez superada la primera fase aguda y cuando el tiempo lo permite, pasamos a la fase de ejercicio terapéutico para reeducar el músculo dañado.
En un comienzo se realizan contracciones isométricas, seguidas de isotónicas y, por último, excéntricas. También el estiramiento (stretching) para recuperar la flexibilidad y la reeducación propioceptiva (como ejercicios sobre tablas de propiocepción o cojines con superficie inestable) son esenciales en esta segunda fase.
En la última fase, la vuelta al deporte, se realiza un plan específico de entrenamiento con ejercicios pliométricos, es decir, ejercicios dinámicos de alta velocidad, y ejercicios específicos para el deporte. Esta parte suele correr a cargo de un Licenciado en Ciencias de la Motricidad Humana que debe trabajar en estrecha colaboración con el fisioterapeuta que ha seguido las fases anteriores y el médico responsable.
¿Cómo prevenir los desgarros y las lesiones musculares?
La base de la prevención de los desgarros musculares es, ante todo, una evaluación minuciosa del estado musculoesquelético del paciente o deportista, que ponga de relieve las posturas incorrectas, las tensiones musculares localizadas, las alteraciones de la relación entre los músculos agonistas y antagonistas, la mala preparación física y/o la flexibilidad muscular.
Por lo tanto, la actividad física debe evitar las sobrecargas funcionales excesivas que pueden provocar alteraciones metabólicas musculares.
Es muy importante educar a hacer el calentamiento, una actividad que prepara al deportista mental y físicamente para la prestación. El efecto fisiológico es aumentar la vascularización periférica iniciando los procesos metabólicos subyacentes a la contracción muscular específica.
La actividad metabólica del músculo también puede verse afectada de manera negativa por una dieta incorrecta o alteraciones electrolíticas (calcio y magnesio), por lo que estos parámetros también deben vigilarse.
Por último, el material de entrenamiento o el terreno también pueden favorecer la aparición de lesiones musculares, por lo que hay que recordar la importancia de la elección del calzado y una correcta valoración del apoyo plantar.
Dada la complejidad y la variabilidad de los cuadros de desgarro muscular en particular y de las lesiones musculares en general, es esencial conocer el sitio y el grado de la lesión en una fase temprana para poder intervenir precozmente y con precisión, evitando evoluciones desfavorables.
Un diagnóstico médico e instrumental precoz combinado con un inicio rápido del plan de rehabilitación puede acelerar el tiempo de curación y mejorar el resultado final.
Fuente: «Trattato di medicina fisica e riabilitazione», de Valobra, Gatto, Monticone, publicado por Utet Scienze Mediche, 2008